Estoy tranquila en el colectivo, esperando que me deje en la esquina de mi casa para cruzar la calle, y llegar. Sacarme los zapatos con aceleración para sentirlos frescos, libres. Entonces la veo subir, sube con su hija y se sientan en el asiento doble que está delante mío. Creo que no presto tanta atención cuando está abonando el boleto, o cuando camina buscando algún asiento libre.
El colectivo comienza a llenarse de gente, de pensamientos, de culturas e ideologías distintas. Personas que suben y bajan, y las observo y no sé ni sabré de dónde vienen o a dónde se dirigen. Si ya están yendo a su casa porque terminó su jornada y se van a comer y descansar, o si siguen haciendo y haciendo. Entre el tumulto se escuchan músicas, colegialas hablando y riendo llamando un poco la atención de todos los pasajeros; niños llorando por algún carpicho estúpido que desean.
Me puse a mirar a la mujer que estaba con su hija delante mío, ahora sí poniendo más atención.. la veo con la cara hacia el costado observando pacientemente el exterior y la ventana. Entonces puedo decir que detrás de sus grandes anteojos negros una lágrima se dejó ver, cayéndo lentamente. La niña le pregunta algo que no logro escuchar, y la madre con una sonrisa responde algo y sigue observando el horizonte.
Esa imágen me pareció tan triste, quedé completamente conmovida. Su actitud me hizo comprender que ella quizo guardar silencio y ocultar sus lágrimas para ella y nadie más. Por eso los anteojos negros tan grandes, por eso la fingida sonrisa que le dedicaba a su pequeña, por eso miraba al horizonte. Y es una humana, como yo, como cualquier otro. A veces sólo deseamos estar tristes, llorar, patalear y quejarnos en soledad, ya que, en ocasiones, resulta mejor aprender solo que estando con alguien, que nunca sabe que decirte para hacerte feliz. Nadie tiene esa fórmula mágica que nos alegra en el momento exácto. Sólo son algunas veces, no tan importantes, no son casualidades, son causalidades.
Se corrió su única lágrima que expresó toda su tristeza de la mejilla, agarró su bolso, la nena, y se fue, y desapareció; tal vez nunca la vuelva a ver y ella nunca sepa la reflexión que creó en mí.
Algunas veces me siento tan desesperadamente sola y triste, que me encierro en un baño, dejo caer una lágrima y salgo como nueva, renovada, triste. Esa sola lágrima expresa toda mi ira y tristeza. Y sí, a veces una sola no basta.
ey tanto tiempo de no leeerte! bueno es lindo volver pasar por estos cyberspacios y encontrar estas cosas! me puso un poco triste para ser viernes! pero bueno que se yo
ResponderEliminarla tristesa no tiene dia horario ni nada
un abrazo y es bueno volver por aca! siempre