Despues de la manifestacion entre a un bar que estaba cerca, me sente. La moza me atendio, le pedi un americano y un tostado de queso. Me sentia tan insignificante. Queriendo cambiar las cosas sabiendo que soy una entre millones de conformistas.
Sin embargo, estaba segura. Ya no podía volver a atras.
Las voces, las sombras, los árboles. Al salir del bar fui hasta una plaza.
Me quedé durante horas mirando, los pájaros, el verde, la gente caminando. Las personas caminando eran tan graciosas. Algunas iban casi corriendo, apurados, hacia algun lugar. Otros tranquilos, dejando el tiempo correr sin importarles. Las parejas, de la mano, con una mirada enamorada, deleitandose.
Los vendedores ambulantes... uno tras otro, pasan, intentando vender para poder vivir. Para poder comer, consumir, mantenerse. Y la gente que pasa de largo.
Y después, silenciando mis oídos, sólo podía ver los árboles. El cielo inmenso decorado con algodones blancos. Algunos pájaros merodeando por el lugar.
No podía ser mas hermoso. No pude evitar pensar en las personas con capacidades disminuidas. Los que no pueden ver, por ejemplo. Que paradoja, al no poder mirar, intensifican todos los sentidos, pudiendo disfrutar cosas que nosotros no podemos.
Y luego volví. Volví a mi cuerpo para volver a la ciudad, donde me encontraba. regresé al lugar con edificios, ruidos, humos, gente, bocinas, gritos, autos. Para volver a mi otra vida.
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