Explosión ♣

El primer encuentro no tuvo esa magia que debió tener. Simplemente un bar. Poca gente, el día ya había amanecido, las luces se encendían y apareció tu cara. Como un reflejo de la misma muerte esperando enlazarme. Era ella: tu sonrisa. Tu sonrisa completamente indescriptible, donde no se sabía que estaba bien o mal, donde se perdían todos los límites del tiempo y espacio. Tu geometría perfecta apareció de repente como un rayo de luz fugaz una tarde de escrupulosa lluvia. El segundo donde ambos nos miramos como encontrándonos mutuamente fue eterno. Algo se encendió, algo que estaba completamente apagado, algo que debía seguir apagado por el resto de los días. Un sentimiento que jamás había experimentado. Estaba completamente paralizado. Tu mirada me penetraba y me recorría de punta a punta desinteresadamente. Después no pude dejar de mirarte, eras algo que jamás había visto, algo nuevo, algo con que entretenerme en esa noche. La conexión, la química que hubo entre ambos cuando nos tocamos, cuando mi mano rozo la tuya como sacándote de tu carrera, fue todo un escalofrío que duro milésimas de segundos, pero ahí estuvo al fin. Mis labios, tus labios, algo que nunca había pasado, algo como tenerte cerca pero lejos. Y después pasaron los días, las semanas, el tiempo comenzó a hacerse insoportable si no podía tenerte. Busque de cualquier modo impresionarte, ser mejor que cualquier otro que hayas conocido, ser otra persona que vos quieras sin dejar de ser yo. Pero nada fue suficiente, simplemente no estabas a mi alcance. Estabas más allá de todo y de todos, eras especial, eras simplemente perfecto. Tal vez este equivocado, tal vez cometí un error al creer que eras especial, pero, ¿cómo poder olvidarme de aquella sonrisa? Tu sonrisa absorbió todo sentido común en mí, fue una espada en el pecho clavándose lenta pero profundamente cada segundo, y el dolor se tornaba insoportable, donde nuestras miradas se encontraron, en ese primer encuentro en Roma.